Ficha técnica
Fecha de publicación: 15/01/2013
440 páginas
Idioma: Español
ISBN: 978-84-233-4198-6
Código: 10010945
Formato: 13,3 x 23 cm.
Lomo 1250
Presentación: Rústica con solapas
Colección: Áncora & Delfin
Así comienza:
Ainhoa Elizasu fue la segunda víctima del basajaun, aunque entonces
la prensa todavía no lo llamaba así. Fue un poco más tarde cuando
trascendió que alrededor de los cadáveres aparecían pelos de animal,
restos de piel y rastros dudosamente humanos, unidos a una especie de
fúnebre ceremonia de purificación. Una fuerza maligna, telúrica y
ancestral parecía haber marcado los cuerpos de aquellas casi niñas con
la ropa rasgada, el vello púbico rasurado y las manos dispuestas en
actitud virginal.
Cuando la avisaban de madrugada para acudir al
escenario de un crimen, la inspectora Amaia Salazar siempre realizaba el
mismo ritual: apagaba el despertador para que no molestase a James por
la mañana, cogía su ropa y su teléfono formando un montón y bajaba muy
despacio las escaleras hasta llegar a la cocina. Se vestía mientras
tomaba un café con leche y dejaba una nota para su marido, para meterse
después en el coche y conducir absorta en pensamientos hueros, ruido
blanco que siempre ocupaba su mente cuando despertaba antes del amanecer
y que la acompañaban como restos de una vigilia inconclusa, a pesar de
conducir durante más de una hora desde Pamplona hasta el escenario donde
una víctima esperaba. Trazó una curva demasiado cerrada y el chirrido
de las ruedas le hizo tomar conciencia de lo distraída que estaba; se
obligó entonces a prestar atención a la sinuosa carretera ascendente que
se adentraba en los tupidos bosques que rodeaban Elizondo. Cinco
minutos más tarde detuvo el coche junto a una baliza y reconoció el
deportivo del doctor Jorge San Martín y el todoterreno de la jueza
Estébanez. Bajó del vehículo y se dirigió a la parte trasera, de donde
sacó unas botas de goma, que se calzó apoyada en el maletero mientras el
subinspector Jonan Etxaide y el inspector Montes se acercaban.
–Pinta mal, jefa, es una cría. –Jonan consultó sus notas–. Doce o trece años. Los padres denunciaron que la chica no había llegado a casa a las once de la noche.
–Un poco pronto para poner una denuncia por desaparición –opinó Amaia.
–Sí. Por lo visto llamó al móvil del hermano mayor hacia las ocho y diez para decirle que había perdido el autobús a Arizkun.
–¿Y el hermano no dijo nada hasta las once?
–Ya sabe: «Los aitas me van amatar. Por favor, no se lo digas. Voy a ver si el padre de alguna amigame lleva». Total, que se calló la boca y se puso a jugar a la PlayStation. A las once, cuando vio que su hermana no llegaba y la madre comenzaba a ponerse histérica, les dijo que Ainhoa había llamado. Los padres se presentaron en la comisaría de Elizondo e insistieron en que a su hija le había pasado algo. No contestaba al móvil y ya habían hablado con todas sus amigas. La encontró una patrulla. Al llegar a la curva los agentes vieron los zapatos de la chica al borde de la carretera –dijo Jonan señalando con su linterna hacia un lugar al borde del asfalto, donde unos zapatos de charol negro y tacón medio brillaban perfectamente alineados. Amaia se inclinó para verlos.
–Pinta mal, jefa, es una cría. –Jonan consultó sus notas–. Doce o trece años. Los padres denunciaron que la chica no había llegado a casa a las once de la noche.
–Un poco pronto para poner una denuncia por desaparición –opinó Amaia.
–Sí. Por lo visto llamó al móvil del hermano mayor hacia las ocho y diez para decirle que había perdido el autobús a Arizkun.
–¿Y el hermano no dijo nada hasta las once?
–Ya sabe: «Los aitas me van amatar. Por favor, no se lo digas. Voy a ver si el padre de alguna amigame lleva». Total, que se calló la boca y se puso a jugar a la PlayStation. A las once, cuando vio que su hermana no llegaba y la madre comenzaba a ponerse histérica, les dijo que Ainhoa había llamado. Los padres se presentaron en la comisaría de Elizondo e insistieron en que a su hija le había pasado algo. No contestaba al móvil y ya habían hablado con todas sus amigas. La encontró una patrulla. Al llegar a la curva los agentes vieron los zapatos de la chica al borde de la carretera –dijo Jonan señalando con su linterna hacia un lugar al borde del asfalto, donde unos zapatos de charol negro y tacón medio brillaban perfectamente alineados. Amaia se inclinó para verlos.
LA AUTORA
Dolores Redondo (Donostia-San Sebastián, 1969) estudió
Derecho y Restauración gastronómica, y durante algunos años se dedicó a
distintos negocios. Comenzó escribiendo relatos cortos y cuentos
infantiles, y la novela Los privilegios del ángel. Vive en la
ribera navarra, donde ya está escribiendo su próxima obra con la
inspectora Amaia Salazar como protagonista y que es la segunda entrega
de su trilogía del Baztán. El guardián invisible es ya un
fenómeno editorial con su próxima publicación en diez lenguas y la venta
de los derechos cinematográficos al mismo productor que apostó por la
trilogía Millennium, de Stieg Larsson.
¿Qué es un basajaun? Es un gigante de la mitología vasca que vive en los bosques, en Irati por ejemplo, es "El Señor del Bosque". Una especie de Yeti, ogro o trolls. Lee más...
ALGUNAS IMÁGENES DE ELIZONDO Y SUS ALREDEDORES
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